Esre cuarto fue un buen resumen de esta Copa América. Un pésimo partido sin golesm un estadio medio vacío en una semifinal y el que menos juego propone gana.
Como en cuartos, Paraguay no hizo ningún mérito para ganar. Se quedó atrás sin idea ni fútbol y se rendió a la suerte y a su portero para tener la posibilidad de lograr su tercer Copa América de la historia. Si su actitud defensiva se puede disculpar contra un grande como Brasil, no se entiende delante de una selección a su alcance.
Y fue finalmente fue Venezuela el dueño del partido o al menos el que más lo intentó a lo largo de estos 120 minutos burridos. Pero si se recuerda solo un remate a portería por parte de Paraguay, como contra Brasil, la Vinotinto se tapó tres veces contra los palos y unas veces más contra Villar, de nuevo imperial anoche. Hasta benefició jugar con uno más en la prórroga después de la expulsión por doble amarilla de Santana.
Pero la suerte ya había elegido su destino y Paraguay pude dar las gracias a las estrellas en el cielo para estar en la final contra Uruguay. Un premio dudoso para un equipo que no ganó ningún partido en la competición y que no marcó un gol en las eliminatorias directas. A Venezuela le queda la consolación de haber hecho una buena competición y de poder pelear todavía por el tercer puesto.
